martes, 21 de diciembre de 2010

AVENTURAS EN EL DESVAN



Llega a nuestras pantallas el largometraje de Jiri Barta del que ya hablamos con motivo de Sitges 09.


sábado, 11 de diciembre de 2010

POPURRÍ DE LARGOMETRAJES


De todo un poco, para rematar el año con un buen puntapié:


Archon Defender (David T. Krupicz, 2009): como solemos decir por estos lares, David Krupicz se lo guisa y se lo come el solito. Un largometraje hecho por una sola persona (lo que está empezando a ser relativamente frecuente últimamente Hoshi no koe, Sita sing the blues..), todo un "one man orchestra". La historia no fue de mi agrado, me pareció un refrito algo confuso y falto de fuelle de Star Wars con estética Lego. Dicho esto, el resultado es más que loable teniendo en cuenta la escasez de medios. A veces el doblaje o la elección de determinados encuadres echan a perder el resultado, pero todo esto se ve ampliamente compensado con la escena de la batalla final, rodada en plan Soldado Ryan; muy espectacular. Ver (enterita): Archon defender.




City of Rott (Frank Sudol, 2006): otro one-man-orchestra. Bien daría para un corto, falta argumento para todo un largo. No deja de ser una peli de zombis para pasar el rato; a quien le gusten: trailer.  



Dj Qbert - Wave Twister (Syd Garon, Eric Henry, 2001): hay un calificativo que suelo usar cuando algo me entusiasma o me sorprende más de lo normal y no encuentro las pañabras exactas para expresarlo: "planetario". Pues eso, este Dj Qbert es absolutamente planetario. Mi favorito de todo le lote: ^o^  




Edison and Leo (Neil Burns, 2008): stop-motion canadiense. Engañoso biopic, demasiado heavy para los niños; cuando menos bizarro, curioso, y divertido a ratos. Un poco raro, raro, pero se deja ver bien: trailer.  




Egon & Donci (Ádám Magyar, 2008): largometraje 3D húngaro. Sin diálogos y con sólo dos personajes (tres al final). La animación es correcta, aunque creo que el diseño es demasiado deudor del stop-motion de centroeuropeo: cuerpo pequeño, manos y cabeza grandes... (estoy pensando en Pat i Mat), y que no funciona del todo bien en 3D. En cualquier caso, película de corte infantil que da un giro inesperado (hacia lo adulto) a partir de la hora de metraje. Este giro hace, en mi opinión, que merezca al pena llegar hasta el final, si se tiene tiempo y paciencia, claro (trailer). 




Flatland: The movie (Dano Johnson, Jeffrey Travis, 2007): y ahora me entero yo de que este mediometraje está basado en una novela satírica del siglo XIX. Que nadie se deje engañar por la estética ni por la animación, Flatland tiene uno de los guiones más inteligentes y pedagógicos que he visto en mucho tiempo. Sorprendente como hasta un lerdo como yo puede llegar a entender el espacio dimensional con tanta facilidad. Muy recomendable, lo prometo (trailer)




Freaknik The musical (Chris Prynoski, 2010): debo confesar que no tenía ni idea de lo que era eso del "Freaknik" antes de ver esta peli. Ahora ya lo sé, pero tanto da. Esto es un musical. Lo vi sin muchas esperanzas y me lo pasé bastante bien (y eso que a ratos me costó entender los diálogos y demás). Bueno, para pasar un buen rato y echar unas cuantas risas, diversión sin ínfulas: trailer.





 Idiots and angels (Bill Plympton, 2008): creo que esta es la menos plymptonesca de todas las pelis de Bill Plympton. Sin renunciar a sus muletillas y/o tendencias texaverianas, el autor nos presenta algo nuevo e inédito en su carrera: por primera vez busca la trascendencia. Idiots and angels es lo más parecido que Plympton ha hecho a una obra "con mensaje", incluso con una cierta moralina, aunque nunca llegue a estar demasiado claro. Viniendo de quien viene, se me antoja un poco rara. En cualquier caso, me parece evidente que aquí ha intentado hacer algo serio, con un cierto calado emocional/intelectual. Bellas, emotivas, de vigor simbólico, como nunca antes las habíamos visto, el autor nos deja algunas escenas para el recuerdo, como la de la motosierra en el baño, el primer vuelo del protagonista o esa en la que un pájaro gigante asoma la cabeza por un vaso. Gran banda sonora: trailer.   



 Imagination (Eric Leiser, 2008): ¿Qué hace aquí el tío de la barba? Imagination es un largo de imagen real con ínfulas experimentales/simbólicas que incluye algunas escenas de animación que fusilan sin pudor ni rubor el cine de Svankmajer (como The Fall, pongamos). Puede que alguien la encuentre interesante.  




Live freaky! Die freaky! (John Roecker, 2006): las fechorías de Charles Manson han sido llevadas a la pantalla al menos dos veces, en Manson family movies y en The Manson family. El título que nos ocupa es una especie de Team America (¡Dios mío, cuánto daño ha hecho esta película...!) pasadísimo de revoluciones: gore, porno, terror... Lo tiene todo. Mala y soez hasta decir basta. Inolvidable la escena del crucifijo que se convierte en un consolador con forma de esvástica... Y qué decir de la orgía final, que deja en ridículo a Martyrs y a todas las pelis juntas del malote de Gaspar Noé: trailer.   




Mecanix (Rémy M. Larochelle, 2003): en Canadá no saben quién es Jan Svankmajer ni tampoco los hermanos Quay, o al menos eso deben pensar estos canadienses francoparlantes escudados bajo el sospechoso nombre de Cinéma Abattoir. Está claro que esta gente, de la que ya vi, casualidades de la vida, hace algún tiempo, su  L´Erotisme, no conoce el pudor ni tampoco la vergüenza. Como si Martin Heidegger se levantara después de una borrachera y se pusiera, aliento fétido y babas colgando, a hacer tonterías con unos tubérculos y una caja llena de piezas de Lego; el resultado, este: Mecanix (trailer). 




Footrot Flats: The dog´s tale (Murray Ball, 1987): basada en la tira cómica del mismo nombre, primer largometraje animado de Nueva Zelanda. Simpática y correcta. Amena, se deja ver bien, que no es poco en estos tiempos (trailer).  




Night of the living dead reanimated (Mike Schneider, 2009): creo que el título habla por sí solo. Usando el metraje original, un puñado de incondicionales de la magna obra de Romero (¿o le corresponde este honor a Martin?), han hecho su propia versión del mito, respetando la duración y los diálogos de la original. Se trata de la misma historia contada a través de fragmentos animados con las más diversas técnicas: "puppetry, CGI, hand-drawn animation, illustration, acrylics, claymation, and even 'animated' tattoos, just to name a few". El resultado es bastante amateur aunque divertido a ratos, en cualquier caso, sólo para incondicionales: trailer




Technotise Edit i Ja (Aleksa Gajic et alii, 2009): segundo largometraje animado salido de Serbia tras Film noir (coproducción con USA). Toda una sopresa para el que escribe, que se esperaba un mal ripio de Appleseed y/o Vexille y, en su lugar, se encuentra un relato de cifi dura, como sólo los eslavos saben tejer, con una dosis de acción refrescante y medida, y ribetes filosóficos. Buena banda sonora, buen trabajo de dirección, y animación más que aceptable. En suma, una buena película y la única alternativa real a la cifi animada japonesa (muy al contrario que la lamentable Metropia): trailer.   




The Dream-Quest of Unknown Kadath (Edward Martin III, 2003):basado en el cuento homónimo de Lovecraft,  estrictamente, Kadath no es animación, sino más bien un cómic remontado y filmado (como ya hiciera cuatro décadas antes Nagisa Oshima en  Ninja bugei-cho). Aún así, resulta bastante entretenida, tanto para el seguidor de Lovecraft como para el que no lo sea. La historia está contada con pulso y el director sabe torear las limitaciones. Visualmente, puede resultar pobre, pero aún así cumple con creces: trailer


The haunted world of El Superbeasto (Rob Zombie, 2009): un refrito entre Hanna Barbera y el cine explotation con préstamos de la Universal, Charles Burns y Ralph Bakshi. La peor de sus películas hasta la fecha, que ya es decir (trailer). 




The nine lifes of Fritz the cat (Robert Taylor, 1974): completamente olvidable, completamente prescindible. Para perder el tiempo, ya está la primera parte, una de las primeras pelis de animación clasificada "X" en yanquilandia. Mejor nos leemos el tebeo y le hacemos un favor al tío Crumb y a nosotros mismos (trailer).



We are the strange (M. dot Strange, 2007): peli raruna con vocación de raruna y formas rarunas. No sólo no lo oculta sino que además se empeña en serlo, lo exhibe y lo enarbola, por lo que a menudo esta "rareza" resulta bastante forzada, especialmente cuando vira sospechosa/molestamente hacia lo nipón (videojuegos, lucha de robots gigantes, kaiju-eiga, apocalipsis...). Por momentos, We are the strange roza lo esquizofrénico. En su empeño suele rozar la belleza y lo estimulante. Otra virtud es su mezcla de estilos de animación: CGI, recortables, stop-motion... Sorprendente, rara, un poco aburrida... Sólo para frikis y curiosos: trailer


sábado, 27 de noviembre de 2010

NOSTALGIA: MUTABOR



Después de haber visto ya tres veces este Halif-Aist (El califa cigüeña en castellano), sigo sin explicarme por qué este cortometraje de dirigiera Valery Ugarov en 1981 no goza de la fama y del prestigio que se merece. El corto que nos ocupa es, junto con El cascanueces, una de las animaciones que marcaron mi infancia. Algunas de sus escenas permanecieron latentes bajo mi retina durante mucho tiempo, y no ha sido hasta hace relativamente poco, con la llegada de internet, San Google y Amazon, que he conseguido reencontrarme con ellas. Poco o más bien nada he conservado de la trama original, de la historia o de sus personajes. En el caso de la primera, apenas un puñado de imágenes de corte grotesco que me hacían presentir que la impresión que dejaron en mí no fue demasiado grata, más bien lo contrario, una extraña mezcla de terror, morbo y nostalgia.



A pesar de que algunas fuentes apuntan a su origen iraquí, lo cierto es que se suele atribuir la autoría del cuento (que puede leerse aquí) en el que se basa el cortometraje a Wilhem Hauff.  Se trata de una sencilla historia de corte fantástico con clara inspiración oriental y moralina incluida. Partiendo de ella, Anatoly Petrov, el guionista, se aleja ligeramente de la trama original para configurar una historia extraña, enigmática, de una velada tristeza. Creo que, ante todo, estamos ante una obra que destaca por su dirección artística. Se cultiva y se multiplica el "feísmo", lo grotesco, aunque siempre con una estilización tan ajena a lo vulgar que pone los pelos de punta. Incluso cuando se intenta retratar la belleza del momento bucólico, la estampa resulta bastante perturbadora. El universo de El califa cigüeña es perversamente refinado. Hay una mano sabia y cargada de talento que manipula las líneas, los volúmenes y la perspectiva en busca de ese efecto, acompañada por una partitura musical desconcertante, extraña, que sirve perfectamente a este fin. Aquí reside, en mi opinión, la fuerza de la obra, en su singularidad, que en ningún momento resulta forzada sino completamente natural, casi congénita.

Ya desde el primer momento nos pone sobre aviso la apariencia del brujo, achaparrado y jiboso; los guardias del palacio, que se asemejan a insectos prehistóricos ocultos bajo sus corazas gigantes y prominentes, e incluso los animales del jardín del califa, enormes, temibles, anacrónicos y descontextualizados. La imagen del elefante asomando la cabeza por la ventana ojival para firmar un documento, pluma en mano (o pluma en trompa) es tan insólita como estimulante; bien podría haber salido de un cuadro de Max Ernst o Salvador Dalí. Recuerdo aún con perplejidad y terror la escena en el palacio subterráneo de los brujos. En un momento los secuaces del villano desfilan ante el espectador: son seres completamente amorfos, desproporcionados, repulsivos; no hay correspondencia alguna entre sus miembros. Por si esto fuera poco, han sido animados mediante recortables (cut-out), lo que hace que sus movimentos sean torpes, sincopados, monstruosos... Su piel ceniza, de pergamino gastado, me trae al recuerdo del grabado del rinoceronte de Durero. Cuando han desfilado todos, agarran a un cocodrilo y lo someten a una terrible mutación mediante artimañas mágicas, que termina con el reptil convertido en otro secuaz amorfo y horrible. Justo en ese momento, la bestia deja escapar una lágrima gorda y pesada que resbala por su hocico mientras los brujos estallan de júbilo; la crueldad de la escena transmite un "mal rollo" bastante malsano.





 Aquí Durero, un amigo

Mención aparte merece el diseño de los escenarios. A menudo tenemos la sensación de estar ante un tapiz oriental, ya sea por la paleta de colores, por la composición de la imagen o por la violación continua de la perspectiva, que suele brillar por su ausencia. Tengo en mente también los grabados de Piranesi mientras escribo estas líneas, en concreto sus cárceles imaginarias. Las delicias de los escenarios no terminan con el palacio del califa. Cuando el protagonista, ya convertido en cigüeña, emprende su viaje en busca del castillo del brujo, asistimos a una breve secuencia, del todo inesperada aunque insertada con total naturalidad, de una belleza desconcertante. La estética da un vuelco repentino y nos encontramos de súbito ante un cuadro abocetado en el que apreciamos unas figuras de difícil identificación: una esbelta y estilizada, la otra recortada y grotesca; buen epítome de la obra en sí: un extraño poema en el que lo bello y lo grotesco conviven con total naturalidad. Este "vuelco" me trae recuerdos de aquella secuencia mágica que se inicia con un minotauro saltando a la comba en Tales of tales de Yuri Norstein. 




He aquí a Piranesi.

En otra ocasión durante el periplo, la compuertas del cielo se cierran literalmente y la cigüeña se ve obligada a apresurar el vuelo para alcanzar el confín del mundo, situado al otro lado. No menos desconcertante resulta el escenario donde se ubica el palacio de los brujos. Un paraje desértico en el que destacan un viejo árbol retorcido y seco, coronado por una enorme esfera de metal, y un pequeño vano que filtra los rayos del sol para indicar la entrada a la guarida. Justo cuando la luz solar lo atraviesa y alcanza el árbol, la bola cae y el suelo se parte en dos, tragándose la arena y a los dos viajeros con ella.   



Ya digo que la estética del corto es bastante llamativa y tal vez su mayor baza. El caso es que me ha parecido ver ecos de ella en otros cortometrajes rusos. Hay un momento en Steklyannaya garmonika (Andrey Khrzhanovsky, 1968) en que la pantalla se llena de monstruos y de seres extraños muy similares a los vistos en El califa cigüeña. Lo cierto es que Valery Ugarov trabajó como animador en el corto de Khrzhanovsky, así como en Zhil-Bil Kozyavi (1966), del mismo autor. Ambos cortometrajes exhiben una estética muy particular, y en cierto modo anticipan ya algunos aspectos, tendencias, de lo que luego Ugarov desarrollará en nuestro título, quince años más tarde. Por su parte, Anatoly Petrov, otro grande de la animación rusa, que aquí trabaja como guionista, había dirigido en 1968 Kalejdoskop 68-Begemot, protagonizado un hipopótamo de aspecto no muy direferente al de los mosntruos que hemos descrito más arriba.


Un de los "monstruos" de Steklyannaya garmonica

Sea como fuere, El califa cigüeña es una obra fuera de lo común, casi un rara avis en la trayectoria de su director, que años más tarde trabajaría en algunas producciones internacionales: Shakespeare: The Animated TalesAnimated Tales of the World o en Operavox en la que dirige la adaptación de La flauta mágica, con una reina de la noche cuya inspiración no desmerece en absoluto de lo visto dos décadas antes en Halif-Aist.

Hay otro aspecto que llama bastante la atención ya desde el principio. Al inicio del corto asistimos a una breve secuencia que no aparece reflejada en el relato original. En ella, el califa contempla embelesado el vuelo de una cigüeña (ciertamente premonitorio) en un praxinoscopio y a continuación, como si nos introdujéramos dentro del ingenio, vemos al califa acercándose al filo de un precipio en el que hay sentada una persona de espaldas, que resulta ser el propio califa, quien termina por resbalar y precipitarse en las profundidades. El significado de la escena no está del todo claro. Por un lado, esa caída puede ser un anticipo, una advertencia de lo que el protagonista está a punto de sufrir. Por otro, refleja con acierto el tipo de vida que lleva el monarca, quien observa la realidad desde la distancia, a través una ventana (la del praxinoscopio o la de palacio orientada a su jardín de las maravillas o la de la mirilla de su catalejo; el califa es esencialmente un voyeur), y que languidece presa del aburrimiento, anhelando sensaciones más fuertes, más reales; muerto de aburrimiento, tal y como nos narra el texto original, preso en su propia jaula de marfil (como el pájaro enjaulado de su aposento).



Sobre esta línea, el praxinoscopio. 

No debemos dejar escapar el elemento más importante, que no es otro que el praxinoscopio, artilugio ligado a los orígenes, no ya sólo del cine a secas, sino también del cine de animación. Este es sólo el primero de los indicadores, de los guiños cinematográficos, que jalonan el corto. Acabo de señalar que la mirilla del praxinoscopio y la ventana del palacio bien podrían apuntar en una misma dirección: ambas actúan como umbrales a otro mundo, el cinematográfico, el ficticio. Cuando el califa, convertido ya en cigüeña, aterriza en el desierto, encuentra otra ranura /ventana muy similar a la del praxinoscopio abierta en los restos de un muro derruido. Será por esta misma ventana por la que se cuelen los rayos del sol para activar el mecanismo de entrada al palacio de los brujos, y también por la que la princesa, una vez libre del maleficio, regrese a su reino, al cruzarla en sentido contrario a los rayos de sol, mientras vemos como su cuerpo se encoge hasta ser lo suficientemente pequeño, tamaño "praxinoscopio", como para pasar al otro lado y desaparecer. Más evidente que nunca se hace en este momento la naturaleza de umbral, de portal, entre dos mundos, el nuestro (¿el real?) y el otro lado, el ficticio, el cinematográfico.


Los guiños no terminan aquí: La cigüeña y el califa observan toda la escena que se desarrolla en el palacio de los brujos a través de una mirilla de proporciones muy similares a las ya descritas; es más, junto a ellos, en la oscuridad de su escondite, destaca un objeto que recuerda vagamente a un proyector, como si estuviéramos en un cine y los protagonistas fueran los proyeccionistas. Ya dentro del palacio, el brujo causante de todas las desgracias de nuestro héroe, exhibe unas enormes alas de murciélago que, iluminadas por un foco de luz (similiar al que arroja un proyector), se proyectan sobre un lienzo blanco, toda una pantalla de cine.


En la escena final, que se aleja notablemente del cuento original, nos encontramos al califa sentado en su trono, entre las ruinas de su palacio, despachando al visir para quedarse a solas de nuevo con su querido praxinoscopio, que contempla embelesado, como si fuera lo único a lo que pudiera agarrarse: ¿al cine, a la ficción, a la fantasía...? No queda del todo claro. En el texto original la princesa y el califa contraen matrimonio y tienen un final feliz, sin embargo aquí el giro resulta bastante triste, incluso cruel, con la salvedad del gesto del califa que libera al pájaro enjaulado que ya viéramos en la primera parte de la historia. Sea como fuere, el planteamiento metalingüístico está ahí, y hace de este Halif-Aist una obra peculiar, singularísima, digna de ver y de disfrutar cíclicamente.


OTRAS VERSIONES

Kalif storch (Ewald Mathias Schumacher, 1923): este corto, oscuro donde los haya, es una de las dos obras atribuidas por error a Lotte Reiniger (la otra es Der Verliefde Apotheker). Su verdadero autor responde al nombre de Ewald Mathias Schumacher, "ein praktisch unbekannter Silouettenfilmkunstler", o sea, que no lo conocían ni en su casa a la hora de comer. Poco he podido averiguar de este oscuro autor que realizó mediante siluetas, y probablemente de ahí el error de la autoría, la primera versión cinematográfica del cuento de Wilhem Hauff. Por aquel entonces Reiniger había llevado a cabo seis películas y se disponia a realizar su primer y único largometraje: Die Abenteuer des Prinzen Achmed. De Schumacher, todo lo que se sabe es esto. El corto exhibe un estilo bastante personal y un tanto grotesco en comparación con la obra de la directora alemana, mucho menos arisca y mas amable con el ojo. Destacan esos dedos afilados y largos del villano, la transformación del califa y su visir, y los escenarios de corte oriental, bordados de minuciosos arabescos y filigranas decorativas. A pesar de su irregularidad narrativa y su animación envejecida, la pelicula cuenta con algunas escenas bastante conseguidas. ¿Como verla? Se encuentra en los extras del segundo dvd de  Doktor Dolittle & andere Archivschätze




The caliph stork (Lote Reiniger, 1953-4): pertenece al grupo de adaptaciones de cuentos clásicos que Reiniger emprendió en los cincuenta para la productora Primrose. Planteado como un cuento de hadas de corte infantil, desprovisto del tono sombrío de su antecesor alemán, supera a éste con claridad en el apartado tecnico y artistico; sin embargo el corto de Reiniger se me antoja algo insípido y ñoño al lado del de Schumacher, que además puede presumir de tener la mejor escena de transfomarción de los dos, mucho más detallada e impactante que la de este The caliph stork, que pasa por ella casi de puntillas. 


Tao Tao Enhokan (1983-4): Tao Tao en España, concretamente el episodio 51, titulado El califa cigüeña. Más próximo al texto original y por tanto a las versiones de Reiniger y Schumacher. Poco más digno de mención de esta versión. 



sábado, 13 de noviembre de 2010

EL PROYECTO TRUNCADO DE GAINAX: "ROUTE 20: GALACTIC AIRPORT"



Parece ser que este iba a ser el siguiente proyecto de Gainax tras Royal Space Force, un largometraje cifi titulado Route 20: Galactic Airport, que no vio finalmente la luz por falta de fondos (dicen que se los retiraron tras el fiasco en la taquilla de Royal). Una pena, porque la cosa tiene una pinta genial. El piloto se puede ver en este enlace: http://www.youtube.com/watch?v=hPJhxco5QWQ.

jueves, 11 de noviembre de 2010

LO NUEVO DE MAKOTO SHINKAI



Cito de Ramen para dos:

"La web oficial de Hoshi wo Ou Kodomo: Children who Chase Lost Voices from Deep Below, el nuevo proyecto de Makoto Shinkai -5 centímetros por segundo-, ha revelado que el 9 de noviembre al mediodía (hora japonesa) se mostrará en la web Yahoo! Cine Japón un teaser tráiler de la película.

No se han mostrado muchos detalles respecto a la trama del filme, pero el propio Shinkai comentó que es una vivaz película de animación con aventura, acción, romance y una chica como protagonista. Se abordará una pérdida, al igual que con títulos anteriores, y también habrá que sobrevivir a esa pérdida. La chica toma rumbo a un viaje en el que ha de aprender a decir “adiós”. También ha afirmado que será su película más larga hasta la fecha.

La historia gira en torno a Asuna, una chica que comparte sus días de soledad junto a una radio de cristal que su padre le dio como recuerdo y de la cual emana una misteriosa música. Un buen día, Asuna decide embarcarse en una aventura para conocer a un chico, y así percibir la crueldad y la belleza del mundo, mientras hace frente a "esa pérdida". 

Takayo Nishimura se ocupa del diseño de personajes y de supervisar el proceso de animación. Takumi Tanji dirige el arte mientras el compositor Tenmon repite para colaborar con Shinkai en esta obra".

Viendo el trailer, se me antoja que Shinkai ha virado un poco hacia Miyazaki y otro poco hacia Gainax, el de Nadia, claro. En cualquier caso, una nueva obra de este director es siempre una buena noticia.   

Visto en Catsuka.

viernes, 29 de octubre de 2010

MARCELL JANKOVICS: DOS CORTOS Y UN BONUS


De fama y prestigio gozan los largometrajes de Marcell Jankovics en los círculos culturetas. János vitéz es el primer largometraje de animación húngaro y su Fehérlófia pasa por ser uno de los mejores de la historia en su género. Por encima de otras obras que se han valido del “autorismo”, del riesgo y de la experimentación para hacerse querer entre los aficionados más hardcore (Kanashimi no beradonna, Mind game, Chronopolis, Le theatre de Monsieur et Madame Kabal…), despunta Ferehofila, inmenso ejercicio de lucidez formal puesto al servicio de una narración tan sencilla como pedagógica, que no ha perdido su frescura a pesar de las tres décadas que la contemplan; su aliento proteico, su ingenio sin límite para retratar el movimiento de la forma mas inverosímil y amena… Y yo me pregunto, ¿qué nos impide considerarlo el mejor largometraje de la historia? Al menos de animación pura, “pure animation”, como alguien ha escrito. Pasa por ser uno de los mejores de la historia en su género.

Su trabajo para televisión tampoco han caído en el olvido. Magyar népmesék goza de buena salud entre los entendidos y suele ser una referencia obligada a poco que intentemos armar cuatros frases sobre animación húngara. .

Sin embargo, casi nada se menciona de su labor de cortometrajista (sic?). Poco se ha rescatado a día de hoy de la copiosa producción en este formato del estudio Pannónia. Apenas el sorprendente A légy (1968), de Ferenc Rófusz, que fue galardonada con el Óscar en 1981, y Sisyphus del propio Jankovics. Hace apenas un par de semanas que me empeñé en reemprender la búsqueda de este santo grial, y he aquí que obtuve resultados medianamente satisfactorios, a saber, un segundo corto de nuestro autor, galardonado en Cannes en 1977 con la Palma de Oro, hecho que me ha motivado a escribir esta breve reseña y a compartir mi hallazgo.   


Sisyphus (1975)
Este es uno de los trabajos más famosos de Jankovics. Está imbuido del mismo espíritu que años más tarde tendría su más gloriosa manifestación en la mencionada Fehérlófia, aunque sin llegar aún a aquellos extremos. Lo que tenemos aquí es simplemente un hombre empujando una roca hasta la cima de una montaña. Así de sencillo, así de complejo. El tema escogido sintoniza bastante bien con las inclinaciones temáticas del autor: el folclore, la tradición oral, el cuento, el mito, la épica…. Como Trnka, como Kawamoto, Jankovics ha buscado siempre la inspiración dentro de sus propias fronteras. En cualquier caso, el tema es sólo un pretexto para retratar el movimiento (imposible no pensar en McLaren). Las formas se ven reducidas al mínimo, a las líneas más elementales y primitivas, rupestres, en un sentido amplio y prehistórico, para abocetar todo el movimiento y la tensión que un cuerpo desnudo al límite de sus fuerzas es capaz de desplegar.

Una sólida línea curva basta para `plasmar la  roca, que aumenta de tamaño a medida que nos acercamos a la cima. En dos o tres líneas que se tensan, ondulan, encojen y retuercen reconocemos a Sísifo. Apoyándose únicamente en los gemidos esforzados del penitente, Jankovics se complace en manipular unas cuantas líneas antropomorfas, minimalismo puro, para retratar el esfuerzo continuado, atroz, titánico, del personaje. Sorprende comprobar que la expresividad de cuatro garabatos bien orquestados alcanza allí donde las CGI, el rotoscopio, el foto realismo y el 3D siguen soñando con llegar. El movimiento de la acción queda capturado en un puñado trazos sabiamente distribuidos, y el esfuerzo derrochado resulta tan palpable que la empatía amenaza con ser absoluta. Es el espectador el que se enjuga y respira aliviado cuando Sísifo llega a lo más alto. El movimiento retratado en el tiempo, la animación en estado puro.     

Küzdők (1977)
Küzdők es harina de otro costal, aunque del mismo saco. La influencia clásica es evidente desde el primer vistazo. Jankovics escoge ahora potenciar el mensaje (o la idea, o el contenido, o cómo lo queramos llamar…) para construir una metáfora sencilla, inteligible, pero no por ello desnuda de lucidez y de talento. Metáfora sobre el arte, sobre el tiempo, o mejor, sobre cómo el arte consume la vida del artista en su afán por crear su obra, en la que ha de verter el talento, el vigor, y los mejores años de su vida. La consumación de dicho trabajo resulta ser también la consum(i)ación de la vida del artista, escultor (metáfora clásica, imagen recurrente donde las haya), para más señas; pervive la obra, perece el autor. Ya digo, idea sencilla, elocuente y bien materializada, que recurre a una animación más clásica y convencional, probablemente para nos distraernos de aquello que el autor ha considerado digno de comunicar, el final de la “historia” como culminación de un proceso que cobra sentido justo en este momento álgido, muy al contrario que en Sisyphus, donde el desarrollo constituye su propio fin.  
 
Az ember tragédiája (1993)
Bien poco puedo decir de este título, salvo que parece estar basado en la obra del dramaturgo húngaro Imre Madach. La azarosa singladura del streaming me hizo encallar en un puerto del que nunca había oído hablar. Todavía no tenco muy claro de que se trata, si de un corto, una serie, o un episodio piloto de no-se-sabe-qué. Es más, ni siquiera está disponible al completo. La mano piadosa que ha tenido a bien strimear los vídeos ha escamoteado algunas de partes. Bueno, menos dan las piedras de Sísifo. 





lunes, 27 de septiembre de 2010

TENGEN TOPPA GURREN-LAGANN



Citius altius fortius. "Más rápido, más alto, más fuerte", ese parece ser el lema de la serie de Gainax. El estudio asentado en Koganei (Tokyo) volvió por sus fueros allá por 2007, haciendo lo que mejor se les da, a saber, mezclar en una potente coctelera de diez mil turbinas la comedia, los mechas, el shonen y la ciencia ficción dura. 

El "estilema" Gainax es inconfundible cuanto se trata de malear el vil metal (el de los mechas). Las claves que cimentaron el éxito de ese hito en la historia del anime que fue Top o Nerae! Gunbuster (1988) están presentes en Gurren-Lagann, como también lo estuvieron en Die Buster (2004) y, en menor medida y con matices, en Nadia (1990) y Evangelion (1995), o incluso en Magical Shopping Arcade Abenobashi (2002): un conflicto a nivel sideral, un misterioso enemigo venido del espacio, imponentes robots, ciudades arrasadas, adolescentes introvertidos, la humanidad amenazada, personajes unidos por fuertes lazos sentimentales, una chica que esconde un oscuro pero revelador pasado, conceptos aplicados de la física cuántica, piedra de toque la cifi dura (la Teoría de cuerdas, los agujeros negros, la ruptura del continuo espacio-tiempo, universos paralelos...), metafísica, iconografía religiosa, la raza humana vista como un ente peligroso para el equilibrio del propio universo... Todo esto y mucho más sometido al frenético balanceo de un columpio que oscila entre la comedia y el drama con una velocidad, una persistencia y una radicalidad mayor que en cualquiera de las anteriores obras del estudio.  

Toda la serie es una magnífica y monumental hipérbole. Tomando la espiral como punto de partida, la historia desarrolla el concepto aplicado a múltiples niveles de sentido. Desde el más evidente, el material (los taladros, y de ahí en ascensión directa hasta los mechas imposibles de la batalla final), hasta el plano último y superior de lo metafísico, que lo engloba y aprehende todo. Se expone en él la idea de que la fuerza de las razas "espirales", encarnada acertadamente en nuestra estructura del ADN, reside en su poder para cambiar el universo, de evolucionar, cifrado en su capacidad reproductora, vista, a su vez, como fruto del amor. En otras palabras: el amor mueve el universo. Bonito, ¿no? Pensemos en Vértigo de Hitchcock y en todo el partido que el autor saca de la fobia que padece el protagonista y que da título a la película. Con mucha cautela, se podría afirmar que Gurren-Lagan hace algo parecido: toma un concepto aparentemente sencillo y apunta, desarrolla y explota todos sus matices y posibles aplicaciones. De tan sencillo lo hace Gainax que a poco que lo pensemos se nos puede quedar cara de tontos (de paso, algo similar con espirales hace el mangaka Junji Ito en su Uzumaki).   


La serie, además, atesora otra gran virtud, y es la de la narración escalada como herramienta para construir el clímax y para elaborar una serie de giros ascendentes que sorprenden de continuo al espectador. Así, la historia (y la información) está estructurada en tres segmentos o arcos argumentales. El primero comprende los quince primeros episodios y constituye toda una serie en sí mismo. A continuación tenemos el clásico episodio recopilatorio a modo de paréntesis, y de ahí se retoma la historia y a los personajes siete años después. Esta segunda parte, que nace de un giro inesperado que ya se apuntaba al final de la primera, se divide en dos mini arcos. El primero, breve, directo, mantiene aún el peligro y la acción dentro de los límites terráqueos, aunque apunta ya a las distancias cósmicas que se extienden más allá de nuestro cielo. El segundo, continuación directa del anterior, da un paso gigantesco, ejecuta el "más difícil todavía". No sólo termina por disparar la trama hasta límites insospechados, rayanos en lo metafísico, sino que además catapulta la acción hacia el infinito de los abismos siderales. Lo que produce más satisfacción al llegar al final de este periplo de veintisiete episodios es que, volviendo la vista al reducido ámbito de acción del principio de la historia, las cosas cobran sentido y parecen encajar perfectamente. Se presiente que todo tiene un porqué.     

Hay una cosa que Gainax hace mejor que nadie y que me enamora por encima de la suma del resto de sus virtudes. En los puntos álgidos de máxima tensión épica, cuando nos encontramos en un punto muerto en el que todo parece irremediablemente avocado a estallar en pedazos, los creadores nos sorprenden con un inesperado e improbable momento de quietud lírica. Los verdaderos sentimientos de los protagonistas, aquellos que han permanecido ocultos la mayor parte del tiempo, asoman a la superficie de la forma más dulce posible en la medida en que el contexto lo permite. En ese justo instante, la alambicada estructura de mechas invencibles, ciclópeas naves sembradas de cañones, dimensiones siderales y universos paralelos, se desmorona,  sucumbiendo al empuje de los sentimientos verdaderos. Al final, lo que los chicos de Gainax intentan decirnos es que, en el fondo, sólo quieren contarnos una historia de personas sencillas que,  abrumadas por el peso de sus propias circunstancias, adolecen, penan y, a veces, también mueren, en la búsqueda de su propia felicidad.